Hola Miguel, ¿Cómo va la
otra vida?
Espero que la estés
exprimiendo tanto como exprimiste la normal. Por aquí todo sigue tan tranquilo
o loco como siempre.
Pero hoy, en tu cumple,
no voy a escribirte sobre la situación sociopolítica mundial porque nunca nos
ha hecho falta hablar de esas cosas porque, eso se lo dejábamos a las charlas
con los amigos. Tampoco te voy a hablar de tus amigos, que seguro que les estás
vigilando como buen abuelo que eres desde allí arriba y vas viendo como la
tribu KLS crece con muchos pequeñajos, que casi parecéis la tribu Kikos. No sé
si tú hubieses procreado tanto como ellos o seguirías siendo una eterna alma
libre como eres ahora. No son pocas las veces que imagino a Maia jugando con
las posibles primas o primos que hubiesen podido ser pero nunca fueron.
Tampoco quiero aprovechar
tu aniversario para hablarte de esa sobrina tan maravillosa y especial que
tienes, con la que ambos hubieseis flipado riendo y aprendiendo juntos. En
lugar de eso la pobre tiene que consolar a un padre que rompe a llorar cada vez
que te ve asomarte por la esquina de alguna película, canción, texto o amanecer.
Y lo hace muy bien. Una lástima que no pueda venir hoy a tu cumpleaños. Quien
sí que vienen son el super tob y familia y el Maca. Y tu nueva crazycuñada, con
la que te lo pasarías chachi metiéndote conmigo como hacías con Carla. Te
hubiese encantado conocer a Sacri y ella sabe que os hubieseis llevado geniel.
Pero tampoco te voy a
hablar de ella. Hoy quiero centrarme en los otros asistentes tu cumple. Los que
nunca fallan. Mamis y Papis. Papis y Mamis. Los que siempre están. Porque hoy
siguen siendo el mejor regalo que nos ha dado la vida. Y eso que la vida nos la
regalaron ellos. Ahí están los dos, duros como el acero. Aguantando todo. Son
como una roca del cabo, que oleada tras oleada resisten cualquier temporal. Día
tras día. Y claro, se van erosionando, es inevitable. Pero a cambio el tiempo
les va poniendo conchas para que sigan igual de fuertes ante las adversidades. Y
como las piedras de la roca, su dureza y constancia, sirve de resguardo para
diversos bichitos de esos que te gustan. Porque siguen siendo igual de
bondadosos y solidarios como eran, siempre ayudando a los demás. Incluso yo
diría que más. Que desde tu marcha ambos son todavía más sensibles. Bueno, Mamá
ya lo era mucho. Pero Papá, desde que se quitó el estrés del trabajo está mucho
más calmado. Mamá, en cambio, ahora es jefaza y, aunque nos llena de orgullo porque
era lo que se merece y no lo pudo ser antes por nuestra culpa, las grandes responsabilidades siempre alteran…
y bueno, dan complicaciones que no te voy a contar para no preocuparte. Porque
total, sabes (sabemos) que todas las vamos a superar. Así que para que contarte
cosas que no te hagan reír.
Y eso es lo que vamos a
hacer dentro de un rato, reírnos a tu salud en tu cumpleaños. Ya pasas de los
40, ahora sí que te podrían llamar con razón abuelo. Para mi siempre serás ese
hermano con el que “ahora me quieres pero luego me pegas”. Pero siempre nos
queríamos. Y siempre te querré, aunque la ostia más grande al final me la
pegaste tú y nunca creo que deje de dolerme. Ni quiero que deje de hacerlo porque
es lo más intenso que me queda de ti.
Un abrazo y un calmante
en el hombro.
Te quiero.