viernes, 26 de octubre de 2012

Maia, tu sobrinita.


Hola Miguelón.

Ya eres tio. El Tío Miguel. Así, con mayúsculas. Porque tú eres grande y tu sobrina, Maia, por ahora también. Ya veremos si se parece a ti en la altura cuando sea mayor. De momento, no podía ser de otra manera, zampona y dormilona. Dormilona sobre todo por el día. Tanto que hay veces que parece que no está… pero luego te acuerdas y se te ilumina la cara.

Igual que me pasa contigo.

Se cumplen ya cuatro años desde la última vez que toque tu cara. Porque verte, sigo viéndote casi todos los días. Y sintiéndote. Pero no es lo mismo. Te imaginarás lo que me gustaría sentirte abrazando a Maia. Sonriéndola. Haciéndola monerías. Arrancando su sonrisa... con tu cara de ilusión que tanto echo de menos.

Seguro que cuando crezca oirá mil y una historias de su Tío Miguel, el aventurero. Y quizá de oírlas quiera ser como tú y exprimir tanto la vida como tú hiciste. Ójala. Pero yo me conformaría con oírla gritar “¡¡Tío Miguel!!” corriendo hacia ti con los brazos abiertos cada vez que te viese aparecer por la puerta. Y que te aplaudiese con todas sus fuerzas cada vez que te viese hacer malabares para ella. Los Maiabares... Pero Maia tendrá que conformarse con mirar tus fotos y escuchar tus leyendas de nuestras voces.

Te aseguro que haré lo que pueda para que te quiera casi tanto como te quiero yo. Porque aunque estoy lleno de alegría, lloro a moco tendido mientras escribo estas palabras que he intentado postergar, pero que ya no podía mantener más tiempo en mi interior.

Te quiero, Miguel, y te echamos mucho de menos. Disfruta de tu sobrinita. Mírala y abrázala a tu manera todo lo que quieras. No será lo mismo, pero espero que ella llegue a notar tu presencia.

Un abrazo de todos y sobre todo uno muy fuerte de Maia, el que nunca podrá darte físicamente.

Cuida de ella.