jueves, 1 de noviembre de 2018

10 años sin ti.

Ya son 10 años. 3.652 días. Una década. Una barbaridad.
En tu caso, casi media vida. 
En nuestro caso, una eternidad.
Y poco a poco se cierra la herida.
Mientras vamos sumando más edad.
Pero siempre hay algo que resta. 
Tu ausencia.
Por eso celebramos una fiesta.
Por respirar tu esencia.
Con los que hemos disfrutado de tus risas. 
De tu mirada.
De tus movimientos carentes de prisa.
De tus palabras.
Los que hemos sufrido contigo. 
Y sobretodo, sin ti.

Como no podía ser de otra forma, nos reunimos en el arbolito.
Para reír, sufrir, recordar, olvidar, sumar y restar.

Pablo, Cris y su peque, Dani. Tan blanco y con una melenita parecida a la tuya cuando eras pequeño.
Fede, al que de la melenita sólo le queda la "meninita". 
Matyus, que no le veíamos desde hace años y sigue tan joven y tan adulto como siempre. 
Luis, medio cojo. Con unas muletas que no le impiden seguir siendo el pájaro más libre de la jaula.
María y el Maca, representando a los kalaos que te siguen llevando en lo más profundo de sus almas.

Y por supuesto, Papis y Mamis. Que siguen igual de geniales que siempre. Con su bondad, con su generosidad, su alegría y vitalidad que siempre nos enseñaron. Y siguen enseñando a la invitada especial que nunca llegó a conocerte. Tu sobrina Maia. Que ratos más maravillosos podríais haber pasado juntos. Ahora sólo puede pasar estos momentos "con y sin ti". Y la verdad es que se lo pasó muy bien con todos, principalmente con Dani. Tanto en la calita como luego en nuestra casa. La de toda la vida (aunque quizá le quede poco de ser nuestra, siempre lo será en el corazón).

Cuando el sol ya se escondió, nos fuimos a probar las delicias que las manos de mamá siempre nos han preparado. Y allí nos pegamos un banquete al que se sumaron Tobi y Vero, que van a ser padres. ¿Te imaginas? Todavía no tienen nombre, pero seguro que en su búsqueda han pensado mucho en ti. Y aunque no sea así, siempre piensan en ti. Pero es que Tobi, cada día piensa más y más. ;P

Y comiendo, riendo, hablando y jugando ya se nos pasó el día y la noche. 

3.653 días.

Una barbaridad.

Te quiero.

Y os quiero a todos los que leáis esto. Porque también sois Miguel.